En primer lugar, antes de elegir el color de la fachada es necesario observar bien el entorno y tratar de entender cuales son los tonos dominantes del lugar donde usted vive. En general, las que se encuentran en el campo o en las montañas tienen colores cálidos, que van desde crema a marrón claro, sin dejar de dar una pincelada de color verde claro, y en algunos casos, borgoña o rosado antiguo. Mire bien cuales son los colores más populares y elija el suyo de acuerdo a los colores dominantes, así su casa no creará demasiado contraste con la atmósfera circundante.
En los distritos históricos no hay mucha elección de colores para pintar fachadas y hay que adaptarse a las características del edificio para reproducir el color original lo más fielmente posible, sobretodo si usted vive en un área protegida por la conservación del patrimonio cultural y de edificios históricos. En este caso, se deben seguir las disposiciones del Plan Regulador. Sin embargo, siempre es mejor evitar los colores chillones que puedan entrar en conflicto con el paisaje circundante. Considere que un barrio homogéneo desde el punto de vista estético es un lugar más agradable para vivir, así que tenga cuidado no sólo en el color de la fachada, sino también en el color de los detalles y acabados (zócalos, relieves y esmaltes).
No se olvide del techo. Su color debe ser considerado cuidadosamente, porque que debe estar en armonía con el color de la fachada. Se puede elegir un color que sea una tonalidad más clara en comparación al techo, o por el contrario se pueden crear fachadas oscuras si se tiene un techo más claro. Por último, busque inspiración en todas partes: revistas, viajes, fotos de los nuevos lugares que ha visitado. Todo puede ser útil para que usted tenga la inspiración adecuada.
